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CÓMO AYUDAN LOS ESTADIOS EN LA LUCHA CONTRA EL CAMBIO CLIMÁTICO

Autor: Marina Casas

06 Septiembre 2019
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Un estadio deportivo no es una entidad aislada del tejido urbano que lo rodea ni de la sociedad en que se desarrolla. La capacidad de movilización de su fans, la influencia que ejercen en la ciudad que los acoge, y su impacto en la vida y cultura del país son realidades cada vez más presentes en la gestión de los clubs. Tanto es así que los más importantes han decidido convertir sus infraestructuras en pioneras de la innovación en energías renovables y en reducción de la huella de carbono.

 

Renovando las instalaciones, o construyendo unas nuevas, no solo se persigue la eficiencia del propio edificio, sino la completa implicación de los aficionados en la importancia de cuidar el medio ambiente y en usar fuentes de energía limpia. Un buen ejemplo es el Golden 1 Center, sede de los Sacramento Kings, NBA, que obtiene el cien por cien de su energía eléctrica del sol, y reutilizó y recicló el 99% de residuos generados en su construcción. Además de recordar estos valores en cada encuentro deportivo, abren su estadio una noche al año, para que organizaciones ambientales conciencien a los ciudadanos de la importancia de la sostenibilidad.

El Johan Cruyff Arena de Ámsterdam, sede del Ajax, reutiliza baterías usadas de coches eléctricos, las alimenta con su sistema de paneles solares y turbinas eólicas, y redistribuye la energía sobrante al vecindario. En Reino Unido el césped del New Law Stadium se riega con agua 100% reciclada, y el robot encargado de cortarlo se alimenta exclusivamente con energía solar. Aunque si hay un caso extremo en empleo de energía verde es el del Signal Iduna Park de Dortmund, en Alemania. Desconectado de la red eléctrica, ha logrado obtener toda su energía de paneles solares, gracias a un novedoso sistema de ingeniería basado en semiconductores.

El aprovechamiento de las aguas de lluvia también está cumpliendo una función fundamental. En el Mercedes Benz Stadium de Atlanta se ha construido un enorme depósito de hormigón con capacidad para más de 2,5 millones de litros de agua. Perfectamente integrado en la icónica arquitectura del estadio, pasará desapercibido para la mayor parte de los visitantes. No así sus efectos, porque recoge las aguas de lluvia y nieve de la cubierta, reutilizándolas en el riego de parques y jardines del entorno. Además de haber proporcionado agua gratuita a las zonas verdes, también ha reducido inundaciones en el cercano vecindario del West-End, un área antes azotada por los efectos unidos de las borrascas y la orografía del terreno.

Este tipo de instalaciones no son baratas, y están lejos de proporcionar un rápido retorno de la inversión. Al menos de manera directa, porque desde luego la imagen de todos los clubs que las implementan es percibida como más positiva por todos los públicos, sean seguidores o no del equipo. Todos los públicos coinciden en que al tomar estas medidas representan mejor los valores positivos del deporte, y el compromiso con la sociedad que les rodea. Pero hay también una repercusión directa en las cuentas, y es que los costes de mantenimiento de estos estadios, una vez realizada su modernización, se reduce drásticamente respecto de los tradicionales.

 

La FIFA también se ha sumado decididamente a esta tendencia. Ha solicitado a los organizadores del Mundial de Fútbol 2022, que se celebrará en Qatar, que los doce estadios en que se celebrará cuenten con cero emisiones. En un país con temperaturas tan elevadas como este, propias del desierto, será posible mantener unos cómodos 23ºC incluso en estadios abiertos, gracias a la utilización eficiente de la energía solar, su transformación en electricidad, y el uso de ésta en los sistemas de aire acondicionado. Juego limpio en el mejor de los sentidos.

 

Obviamente, la huella de carbono que deja toda una temporada de liga es mucho menor que la de una fábrica, o que el tráfico anual de los vehículos de combustión en una ciudad. Pero la influencia positiva de los estadios sobre el cambio climático hay que medirla también en su capacidad de influencia sobre los actores sociales. En aquellos donde se han instalado puntos de recarga para coches eléctricos, y facilitado la llegada en transporte público hasta sus puertas, se ha ayudado a los ayuntamientos a desincentivar el uso del vehículo privado. Otro ejemplo más de cómo un estadio bien gestionado, además de un hito para la ciudad o región en que se encuentra, puede convertirse en un motor de cambio social limpio y eficiente.

 

 

El equipo Barça Innovation Hub

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