La NFL ha sido siempre uno de los deportes que priorizaba el alcance de las retransmisiones de su espectáculo por encima de otras consideraciones técnicas. Se consideraba al fútbol americano el rey de la televisión en abierto, pero en mayo de 2023, Roger Goodell, comisionado en jefe de la liga anunció un acuerdo con YouTube TV para la emisión de su paquete más importante, el Sunday Ticket, el partido de los domingos por la tarde que no retransmitieran las televisiones locales. Un paso que calificó como “solo el principio” de lo que está por venir. El servicio llevaba 30 años, desde 1994, en DirecTV, televisión por satélite.
Más años llevaba HBO (Time Warner) ofreciendo el boxeo en sus retransmisiones por cable: 45. Era su producto estrella, pero en 2018 se anunció que no se emitiría más. La cadena había hecho suyos nombres como George Foreman, Joe Frazier, Mike Tyson, Julio César Chávez, Oscar de La Hoya o Manny Pacquiao, hasta el punto de que la marca HBO se identificaba más con el boxeo que con otros contenidos. La decisión fue una sorpresa porque el boxeo sigue en auge y HBO había llegado a los 40 millones de suscriptores, pero se estaba produciendo un fenómeno simultáneo. La audiencia del boxeo dentro de la plataforma había pasado del 30% al 2% The boxing audience within the platform had dropped from 30% to 2%. Los aficionados se estaban migrando a las plataformas de streaming, donde la oferta es más amplia y variada.
Su gran competidora, Showtime (CBS), ha anunciado la disolución de su cadena deportiva en la que llevaba 38 años retransmitiendo boxeo. Tanto HBO como Showtime habían realizado importantes inversiones para sus servicios de streaming, pero el cambio de hábitos o de los aficionados hacía insostenible mantener los derechos. El comportamiento de esta audiencia es digno de estudio porque la extrapolación de su caso a otros deportes es pertinente.
A principios de la década pasada, se registró un envejecimiento de los espectadores. La mayoría de ellos se había enganchado a este deporte por grandes combates históricos en retransmisiones más accesibles que los paquetes que con el paso de los años se habían acabado ofertando en estas dos grandes cadenas. Al contrario que esa generación, la nueva, con un sistema de paquetes por cable inalcanzable para su bolsillo, se había acabado interesando por nuevas modalidades de lucha, como la MMA (Artes Marciales Mixtas), mientras que los suscriptores del boxeo en HBO y Showtime acumulaban una edad media por encima de los 55 años y habían dejado de ser un segmento atractivo para los anunciantes.
La dinámica de las retransmisiones del boxeo había generado un estancamiento de los espectadores, y al mismo tiempo las organizaciones de MMA, UFC (fundada en 1993) y Bellator (2008) estaban aprovechando todas las innovaciones tecnológicas del mercado, el streaming y las redes sociales, para crecer. Su producto era mucho más accesible por first screen (sin estar abonado, los jóvenes no querían pagar una tarifa mensual por el cable) y dominaba el factor clave para el crecimiento de cualquier oferta: la interactividad. Hasta el punto de que Bob Arum, el promotor de boxeo más importante de Estados Unidos, llegó a manifestar al Washington Post que lo habían intentado todo para rejuvenecer a su audiencia, desde estrategias promocionales a campañas en redes sociales, pero no habían tenido éxito. Al menos hasta que se dieron cuenta de que el problema estaba en la suscripción cable Premium.
Otra de las claves del gran cambio no tiene tanto que ver con los contenidos como con la disposición de los hogares. El siglo XX configuró una casa en torno a un mueble: el televisor. Este aparato tenía una función focal, todos los miembros de la familia se reunían a su alrededor. Con variaciones y la aparición de un segundo o tercer televisor, este modelo ha perdurado durante décadas. Sin embargo, los dispositivos móviles permitían la visualización en cualquier lugar, durante los desplazamientos o viajes. La posibilidad de este disfrute individual y flexible del entretenimiento, sin depender de la ubicación, sumado al fenómeno de la segunda pantalla, el uso de los dispositivos móviles como complemento mientras se sigue un espectáculo en directo, es lo que acabó lanzando la oferta OTT.
A la movilidad hay que añadir la posibilidad de ver fácilmente dos o más retransmisiones simultáneas o intercambiarlas. Ya no se trata de seguir un deporte, sino de poder estar al tanto de todos independientemente del momento y del lugar: Personalizar la experiencia. Un fenómeno de doble recorrido, porque para la industria el streaming supone también poder personalizar la publicidad, una forma de rentabilizarla mucho más sin una inversión adicional. Además, facilita la inclusión de opciones de comercio electrónico. Ya hay aplicaciones, como Magnolia, que tienen la venta integrada en la propia aplicación. Las posibilidades que esto permite en el sector deportivo con diferentes marcas y mercancía oficial multiplican la rentabilidad potencial. Por otro lado, la mejora de la accesibilidad también afecta a las personas con discapacidad, ya que pueden disponer de subtítulos automáticos y audio adaptado y descriptivo para invidentes. Del mismo modo, todo el desarrollo esperado de las opciones de Realidad Virtual y Realidad Aumentada vendrá por esta vía.
Uno de los deportes más vistos, la Fórmula 1, ha aprovechado los países en los que no tenía socio audiovisual para retransmitir por cable para poner en marcha su aplicación OTT, F1 TV Pro. Instalársela es tan complicado como entrar en Google Play Store o el App Store de Apple. Permite ver todas las carreras en directo, también de Formula 2 y Formula 3, y on demand, pero la aplicación más diferencial es que el usuario puede elegir los ángulos de cámara y acceder a las repeticiones. El riesgo, por el contrario, es que es un producto atractivo para el fan “purista”, pero descuida a los ocasionales. Como se ha podido comprobar con el boxeo y HBO, la exclusividad del contenido y el público cautivo, a lo que pueden conducir es a que otros deportes emergentes o simplemente de la competencia puedan desplazarlo en términos de popularidad. De todos modos, tras cinco años de funcionamiento de la aplicación, ha penetrado en 87 países con su correspondiente aumento de ingresos. Si bien, en la actualidad, sus promotores prefieren no entrar en conflicto con otros operadores en los mercados donde han vendido los derechos, aducen que sería “canibalizarlos”, la inercia de cara al futuro está claro por dónde va a ir.
Pero no todo son avances que dejan atrás al cable, también hay retrocesos. Recientemente, se han producido casos como el de los Phoenix Suns, que han proporcionado a sus aficionados de Arizona antenas gratuitas para que puedan ver los partidos de su equipo por televisión convencional sin necesidad de una suscripción por cable o satélite. La idea surgió tras la quiebra de Diamond Sports Group, el proveedor de cable, y a los Suns se unieron los Mercury de la WNBA y los Arizona Diamondbacks de la MLB. Ahora, las cadenas de televisión locales de Arizona, así como Kiswe, un operador de streaming, emitirán los partidos. En este caso, las pérdidas por el abandono del cable se compensan con el alcance, que se estima en casi tres millones de hogares.
Este auge no supuso en sí mismo una amenaza para los deportes tradicionales, que han acabado migrando, como anunció recientemente la NFL, a las plataformas de streaming. Sin embargo, ha aumentado la competencia, como ocurrió con el boxeo. Las tecnologías OTT no discriminan a los deportes minoritarios, su accesibilidad es exactamente la misma que la de los masivos, al contrario de lo que sucedía en el cable Premium. Se está produciendo un empoderamiento de los deportes-nicho con un alcance inédito porque ni siquiera es necesaria una infraestructura mediática detrás. Las cámaras autónomas y la computer vision pueden hacer viable e incluso rentable retransmisiones amateur o de categorías formativas con una inversión tecnológica mínima, que a su vez ofrezca estadísticas y datos como los que hasta hace pocos días ilustraban las retransmisiones más importantes. Si en un principio el crecimiento de este nuevo sector estaba fragmentado y avanzaba de forma irregular con la iniciativa de institutos de secundaria o algunos clubes deportivos, ya están surgiendo proyectos que buscan centralizar todo ese mercado, como SportsEngine Play de NBC Sports Next, y pueden ser los grandes change makers.
Según un informe de Digital TV Research, se estima que las cuentas de ingresos por televisión de pago en Europa Occidental perderán cinco mil millones de dólares aproximadamente (un 18% menos) hasta 2028 con un descenso de un 7% en número de suscriptores. Mientras, Statista estima que la televisión OTT reunirá a más de cuatro mil millones de usuarios en todo el mundo en 2027. Sin embargo, si queda una resistencia al cambio es por el gran talón de Aquiles de las OTT: la excelencia técnica. Durante los playoffs de la NBA, un partido Heat – Celtics, la emisión se interrumpió y, luego, on demand tampoco se podía acceder. YouTube TV pidió disculpas a los aficionados. A Peacock TV le pasó lo mismo con la Premier Leagueon la correspondiente oleada de quejas en redes sociales. La latencia, que todavía puede ser de 20 segundos, es otro de los hándicaps, ya que la inmediatez es la sensación más importante que debe transmitir un evento en directo. EN 2019, cuando se lanzó la mencionada F1 TV Pro, los fallos fueron tan frecuentes que Liberty Media se vio obligada a reembolsar el dinero de las suscripciones.
Tampoco se debe desdeñar un escenario preocupante, el de que en la solución esté el nuevo problema. El caso paradójico que se inicia con esa fragmentación de audiencias. La televisión tradicional sufrió este fenómeno, primero con la llegada del cable, luego con las OTT y el streaming, y la industria del deporte corre los mismos riesgos. Más allá de espectáculos icónicos, como la final de la NBA, la Super Bowl o la Champions League, como dice Forbes, en términos de previsión empresarial, el escenario que viene con las nuevas opciones tecnológicas es “el salvaje oeste”.