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La primera pregunta que hacen casi todos los deportistas tras caer lesionados es: “¿cuándo podré volver a jugar?” El regreso a los terrenos de juego o return to play (RTP por sus siglas en inglés) se ve como ese día mágico en el que el deportista vuelve a disfrutar plenamente de su deporte, al mismo nivel o incluso mejor que antes, como si la lesión nunca hubiera ocurrido. El RTP es uno de los aspectos más importantes dentro del proceso de recuperación de un futbolista después de una lesión, ya que se trata del periodo en el que debe prepararse para su reincorporación a la competición.
El RTP debe verse como un continuo a lo largo de todo el proceso de recuperación y rehabilitación.1 Una Declaración de Consenso publicada en el año 2016 sobre el RTP del deportista después de una lesión propuso tres fases dentro de este continuo:1
En estos casos, un enfoque interdisciplinar permitirá que los jugadores en su RTP estén física y psicológicamente preparados para hacerlo con el mínimo riesgo de recaída, ya que este es un momento especialmente crítico para la aparición de nuevas lesiones. De hecho, la Declaración de Consenso del 2016 reconoció la importante contribución de otras disciplinas, además de la medicina y la fisioterapia, como son las ciencias del deporte o el coaching.1 Igualmente en el documento se estableció la importancia de considerar los factores biopsicosociales durante todo el proceso de RTP.1 Es por ello por lo que se considera fundamental integrar a la psicología y a la nutrición deportiva dentro del enfoque interdisciplinar necesario para alcanzar una recuperación plena y un RTP exitoso.
Acaba de publicarse un artículo de revisión en el que han participado miembros del Departamento de Rendimiento Deportivo del FC Barcelona y que ha analizado el rol que tendrían la psicología y la nutrición deportiva dentro del proceso de RTP tras una lesión.2 Los autores diferenciaron entre la fase aguda de la lesión y la recuperación funcional.
Durante esta fase (desde el momento en que se produce la lesión hasta el inicio de la movilización activa de la zona lesionada y que coincidiría con el Return to Participation), aparecen frecuentemente dudas y temores respecto a la gravedad de la lesión. Pensamientos del estilo de “nunca volveré a recuperar mi mejor nivel; ¿por qué yo?; ¿por qué ahora?”, y emociones negativas (frustración, ira, desesperanza) que pueden llegar incluso a incrementar la percepción de dolor. Todos estos pensamientos y emociones pueden incrementar la sensación de angustia y ansiedad. Por ello, la figura del psicólogo deportivo se torna importante dentro del departamento médico del equipo, ya que técnicas de relajación, respiración diafragmática o el uso de imágenes pueden llegar a mitigar las respuestas al dolor y los correspondientes sentimientos de angustia.
Respetar el período de inactividad inherente a las lesiones, a los jugadores puede resultarles particularmente angustioso desde un punto de vista psicológico. Los psicólogos deportivos junto con el resto del equipo médico deberán trabajar en colaboración para atenuar y aliviar esta angustia, además de utilizar mucha pedagogía con el jugador y proporcionarle información clara y coherente sobre la importancia de respetar los tiempos que requiere toda lesión. Es fundamental trabajar estos aspectos, ya que la incertidumbre sobre el diagnóstico de la lesión (gravedad, implicaciones) y las dudas sobre la eficacia del tratamiento recibido son predictores importantes de la adherencia al tratamiento.
Al jugador hay que implicarle durante todo el proceso, hacerle partícipe de las decisiones respecto a los tratamientos a seguir, ofreciéndole diferentes alternativas y opciones de tratamiento siempre que sea posible, y demostrándole en los casos que así sea que su opinión es considerada. Y es que se ha observado que, de esta manera, el jugador refuerza su autonomía y control dentro del proceso de recuperación.3 Esta cuestión no es baladí, ya que, durante la fase aguda de la recuperación, los jugadores pueden sentir una falta de control sobre su propio cuerpo, lo que puede poner en peligro el curso de la recuperación.
Además, durante esta fase el plan nutricional debe complementar a la rehabilitación física. Los nutricionistas y los psicólogos deportivos han de trabajar en estrecha colaboración para identificar a aquellos jugadores que pueden estar en riesgo de desarrollar trastornos alimentarios (bulimia, anorexia, etc.) y/o insatisfacción corporal ante el riesgo de aumento de peso, con el fin de tratar estos problemas si surgieran. También será fundamental proporcionar a los jugadores una alimentación que asegure la suficiente energía para mantener la masa muscular y minimizar los daños de la inactividad.
El gasto energético podría ser incluso mayor durante esta fase aguda de la lesión como resultado del proceso de curación en combinación con la rehabilitación durante la fase inicial. Por lo tanto, se recomienda no reducir la ingesta calórica total por debajo de 2750 kcal durante esta fase, recomendando moverse en un rango entre 2750-3250 kcal, en función del nivel de inmovilización del deportista. Por ejemplo, se acaba de publicar el caso de un jugador de la Premier League lesionado (ruptura del ligamento cruzado anterior) que consumía 3178 kcal al día,4 que es tan solo un poco menos de las 3500 kcal consumidas de media por los compañeros de equipo en una semana con dos partidos.5 Si bien es posible que se requiera, nuevamente de acuerdo con el nivel de inmovilización, cierta reducción en los carbohidratos consumidos, el estudio de otro jugador de la Premier League demostró que una dieta baja en carbohidratos resultó en una pérdida de casi 6 kg de masa muscular y una ganancia de 1 kg de masa grasa en tan solo 8 semanas de inactividad.6 Lo que se debe evitar es que los jugadores lesionados reduzcan su ingesta proteica durante el proceso de recuperación. Incluso sería recomendable aumentar la ingesta diaria de proteínas a 2,3 g/kg de peso para prevenir la pérdida de masa muscular.
Otras recomendaciones a seguir para atenuar la atrofia muscular secundaria a la inmovilización serían el consumo de suplementos de aceite de pescado ricos en ácidos grasos omega-3, vitamina D3 y monohidrato de creatina.2 Por último, aunque los psicólogos deportivos no deben proporcionar información nutricional, los nutricionistas podrían aconsejar a los psicólogos que reforzasen determinados mensajes a los jugadores para que cumpliesen con las pautas nutricionales.2 La gelatina y el colágeno son ricos en aminoácidos como la glicina, prolina, hidroxilisina e hidroxiprolina, cuyo consumo ha demostrado que aumenta la síntesis de colágeno y mejora la mecánica de ligamentos y tendones. Para las lesiones en la unión miotendinosa, podría ser recomendable la ingestión de colágeno hidrolizado, antes de la sesión de rehabilitación para ayudar a facilitar el proceso curativo.7 Una vez que el jugador pueda volver a ser incluido en los entrenamientos, se debe incidir en los “conceptos básicos” de nutrición deportiva: comenzar el ejercicio con reservas adecuadas de glucógeno muscular y bien hidratado.8
Además, durante el período de la lesión es recomendable eliminar, o al menos reducir al máximo, la ingesta de alcohol. El alcohol reduce la síntesis proteica incluso si se ingiere de manera conjunta con proteínas, lo que puede afectar a la recuperación.9 Por otro lado, la ingesta de alcohol aumenta el riesgo de un consumo calórico excesivo y el fracaso de las estrategias psicológicas.
Esta fase se correspondería con el Return to Participation.
Un problema grave durante esta fase es la capacidad del jugador para buscar motivarse, especialmente en el caso de lesiones de larga duración. Además, la motivación dentro del proceso de RTP juega un papel importante, ya que en muchas ocasiones el propio jugador se cuestiona su rendimiento a la vuelta de la lesión y, por ello, los factores relacionados con la motivación han de ser adecuados para restaurar la confianza tras el periodo de inactividad.
Existe también preocupación sobre la capacidad que pueda tener para hacer frente a una dura rehabilitación, con ejercicios que llevarán al jugador a explorar su límite físico y mental. Los sentimientos de aislamiento al verse alejado de la rutina del equipo harán también mella en los jugadores durante la recuperación funcional. Mantener conectado al deportista lesionado con el resto del equipo puede ayudarle a sentirse importante y a acrecentar su sentido de pertenencia al grupo.10 Esto se puede lograr mediante la inclusión en las reuniones de análisis de partidos e, incluso, asistiendo a las comidas del equipo.
Otro factor a tener en cuenta es que, en lesiones graves, el jugador puede llegar a plantearse incluso si se llegará a recuperar y, sobre todo, si volverá a alcanzar su máximo rendimiento, lo que puede disminuir su autoestima («no soy nadie sin el fútbol, es lo único que se me da bien«). Por ello, durante esta fase, enseñarle la experiencia de otros casos similares que consiguieron recuperar su mejor forma tras una lesión similar, le permitirá al jugador convencerse de que es posible regresar al deporte de élite.
El seguimiento nutricional y psicológico durante una lesión a menudo hace que los jugadores, que se han mostrado reacios a trabajar con especialistas en estas disciplinas, se involucren durante el resto de sus carreras, otorgándole grandes beneficios (Tabla 1). Brindar a los jugadores las pautas nutricionales adecuadas y las “herramientas” psicológicas para manejar el proceso de la lesión también puede seguir siendo relevante una vez que el jugador haya superado la lesión. Además, servirá como medida preventiva ante una recidiva.
Es esencial que comprendamos el RTP como un proceso constante de toma de decisiones, donde cada decisión tomada condicionará a la siguiente. En este sentido, un enfoque interdisciplinar será siempre la estrategia más idónea para no dar pasos en falso. Y aunque cada vez más los clubes deportivos incluyen la figura del nutricionista y el psicólogo deportivo dentro de sus staffs, aún falta mucho por hacer para que se reconozca la auténtica valía de estos grandes y necesarios profesionales.
Javier S. Morales
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