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Insights

Las cuatro pruebas eficaces para prevenir la muerte súbita en deportistas adolescentes
26 Feb 2019

Dos de cada cien mil atletas jóvenes fallecen cada año por lo que se ha dado en llamar muerte súbita cardiaca. Es una cifra muy escasa, pero cada caso es devastador: para las familias y personas cercanas, pero también para la sociedad, que suele reaccionar atónita ante una muerte tan poco esperable.

Ahora mismo, la principal herramienta para tratar de prevenir estos casos consiste en un cuestionario médico adecuado junto con una exploración física básica. Aún hoy existen discrepancias sobre la utilidad del electrocardiograma: mientras en Estados Unidos no se aconseja utilizarlo a gran escala, en Europa se considera un método útil y aconsejable. Esta disparidad se debe “a un tema de disponibilidad de profesionales formados para leerlos e interpretarlos, así como de los costes por los honorarios profesionales y las pruebas médicas derivadas, que allí son mucho más elevados que en Europa”, afirma Marta Sitges, directora del Instituto Cardiovascular del Hospital Clínic de Barcelona y responsable de los servicios de cardiología del Club.

Sitges ha participado, junto con Gonzalo Grazioli — cardiólogo,  investigador colaborador con el  Grupo de Cardiología Deportiva del Hospital Clínic— y con Ramón Pi —Médico del Deporte y encargado de efectuar las revisiones médicas del club— en un artículo que propone el uso de cuatro pruebas diagnósticas útiles y coste-eficaces para prevenir la muerte súbita en adolescentes: no incluir solo el cuestionario y la exploración física inicial, sino también el electrocardiograma, la ecocardiografía y la prueba de esfuerzo. Lo han publicado en la revista European Journal of Preventive Cardiology.

Un estudio a gran escala

En el trabajo se estudió a 1650 deportistas adolescentes, de entre 12 y 18 años de edad y de las más variadas disciplinas, la mayoría pertenecientes al club. A todos ellos se les sometió a las cuatro pruebas descritas, que en conjunto están valoradas en unos 145 euros por persona. Los resultados fueron que en el 88% de los casos no se encontraba ningún problema y que en aproximadamente un 10% se aconsejaba seguir una revisión periódica anual. En 10 atletas —el 0,6% de la muestra— se detectaron alteraciones que precisaron tratamiento, tras el cual pudieron reincorporarse con normalidad a la práctica deportiva. Por contra, en 6 casos —el 0,36%— se recomendó su abandono por el elevado riesgo encontrado.

Se hizo, además, un análisis de coste-eficacia. Incluyendo también todas las pruebas secundarias y considerando únicamente estos 6 deportistas (sin siquiera incluir los 10 identificados susceptibles de tratamiento), el panel de pruebas “es coste-eficaz según los estándares internacionales”, defiende Gonzalo Grazioli. En concreto, “el cuestionario y el examen médico no son suficientemente potentes ni específicos, pero no nos planteamos excluirlos, porque son baratos y suponen la puerta de entrada al estudio”. Curiosamente, el electrocardiograma en particular se mostró como la prueba más potente, especialmente para detectar aquellas situaciones que obligan al abandono de la práctica deportiva. La ecocardiografía y la prueba de esfuerzo suponen un valor añadido, sobre todo para identificar patologías susceptibles de tratamiento.

La pregunta recurrente es: ¿pueden erradicar estas pruebas el riesgo de muerte súbita de forma absoluta? “Un cien por cien de seguridad nunca hay”, reconoce Grazioli, “pero me atrevería a decir que más del 80% se podrían identificar. El 15-20% que se escaparían estarían dentro de estas tres opciones: i) un estudio mal hecho; ii) una práctica deportiva en condiciones climáticas extremas que no podemos reproducir en el laboratorio o iii) el consumo de drogas o tóxicos que no están presentes en el momento del estudio y que podrían alterar los resultados”.

¿Qué podemos esperar en el futuro? “De momento no sabemos de ninguna otra prueba, incluida la genética, que sea suficientemente fiable aparte de las aquí incluidas”, asegura Grazioli. Para Ramón Pi, las innovaciones vendrán desde la tecnología, llegarán “herramientas sutiles, nanotecnología ligera que a modo de tirita o ropa inteligente recoja los parámetros a estudiar y nos permita analizarlos con una mínima invasión”.

Las conclusiones

Para Grazioli, este trabajo demuestra que “seguir estos cuatro puntos (cuestionario- exploración, electrocardiograma, ecocardiografía y prueba de esfuerzo) permite evitar la gran mayoría de casos de muerte súbita y que es útil incluso desde un punto de vista de coste-eficacia”. De hecho, aunque se hizo con un grupo muy seleccionado de deportistas de élite, no duda en que “es extrapolable al resto de la población. Aún no sabemos cuál sería la frecuencia ideal, pero desde luego sí sabemos que los deportistas jóvenes deberían hacerlo al menos una vez en la vida”.

Para Marta Sitges, “es muy importante realizar pruebas de prevención para estos deportistas que someten su corazón a altas cargas, igual que revisamos los coches antes de hacer un viaje largo. Nuestro estudio aporta nueva información sobre cuál es el valor de cada prueba de las que se han propuesto con ese fin”.

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