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Con la profesionalización del fútbol femenino, la exigencia de los entrenamientos y partidos ha aumentado significativamente en los últimos años1, 2. En consecuencia, la incidencia global de lesiones es ya similar a la del fútbol masculino y la proporción de lesiones de gravedad es incluso mayor3, 4.
Esto comporta unos costes significativos para los clubes5 , ya que las jugadoras de fútbol tienen un 21% más de bajas por lesión, principalmente a causa de una mayor incidencia de lesiones graves de los ligamentos de la rodilla y el tobillo. Las lesiones del ligamento cruzado anterior (LCA), por ejemplo, se producen entre 2 y 8 veces más en las mujeres.
Se ha teorizado que el ciclo menstrual es un factor que podría incidir en el riesgo de lesiones de las deportistas, ya que las fluctuaciones cíclicas de las hormonas reproductivas, como el estrógeno y la progesterona (hormonas sexuales femeninas que se producen en el ovario y controlan los ciclos menstruales), pueden influir en los tejidos musculoesqueléticos, como los músculos, los tendones y los ligamentos6, 7.
En la misma línea, varios estudios han identificado un mayor riesgo de lesión del ligamento cruzado anterior (LCA) en la fase folicular/ovulatoria tardía cuando las concentraciones de estrógeno son más altas. Sin embargo, otros estudios han demostrado una mayor incidencia de lesión del LCA durante la fase folicular temprana o la fase lútea tardía.
En cualquier caso y hasta 2021, no se había explorado el impacto de la duración prolongada del ciclo menstrual en relación con el riesgo de lesiones. Es entonces cuando Dan Martin et. al (2021) publican la investigación “Injury Incidence Across the Menstrual Cycle in International Footballers”. El objetivo de la misma fue evaluar cómo las fases del ciclo menstrual y la duración prolongada del mismo influyen en la incidencia de lesiones en futbolistas internacionales.
En este contexto, comprender las diferentes fases del ciclo menstrual son clave para entender dicho estudio y sus resultados.
La menstruación es la descamación del revestimiento interno del útero (endometrio) y el consiguiente sangrado, que dura de 4 a 8 días, aproximadamente. El primer día de sangrado se considera el inicio del ciclo menstrual, que finaliza justo antes de la siguiente menstruación. Un ciclo menstrual normal varía entre 24 y 38 días.
Las hormonas luteinizante y foliculoestimulante, producidas por la hipófisis (glándula de secreción interna en la base del cráneo), regulan el ciclo menstrual, promoviendo la ovulación y estimulando a los ovarios para producir estrógenos y progesterona.
Así, el ciclo menstrual tiene tres fases: folicular (antes de la liberación del óvulo), ovulatoria (liberación del óvulo) y lútea (después de la liberación del óvulo).
En la fase folicular de la menstruación, los niveles de estrógenos y progesterona son bajos, produciéndose la descomposición y consiguiente desprendimiento del endometrio, dando lugar a la menstruación.
En ese momento, los niveles de la hormona foliculoestimulante aumentan, estimulando el desarrollo de folículos (en los ovarios) y, por tanto, de los óvulos que contienen. Al final de esta fase, sin embargo, a medida que la densidad de esta hormona disminuye, solo un folículo (llamado folículo dominante) suele seguir creciendo. Este folículo restante empieza a producir estrógenos.
La fase ovulatoria se inicia con el aumento de los niveles de las hormonas luteinizante (cuyo aumento puede detectarse mediante un análisis de orina) y foliculoestimulante. Concretamente, esta última estimula el proceso de liberación del óvulo, unas 10 o 12 horas después del aumento de la hormona luteinizante.
Es en la fase lútea cuando descienden los niveles de las hormonas luteinizante y foliculoestimulante. El folículo se cierra tras liberar el óvulo y forma el cuerpo lúteo, que empieza a producir progesterona. En esta fase la concentración de estrógenos es alta, y la progesterona y los estrógenos provocan un mayor engrosamiento del endometrio, que empieza a prepararse para una posible fertilización. En el caso de que esto no ocurra, el cuerpo lúteo envejece y deja de producir progesterona, los niveles de estrógenos disminuyen y se inicia la descamación del endometrio, produciéndose el sangrado y el inicio del nuevo ciclo menstrual.
La fase folicular se definió como el tiempo entre el primer día de la última menstruación y la fase folicular tardía.
Basado en datos anteriores8, se estimó que las concentraciones máximas de estrógeno ocurrían el día del pico de la hormona luteinizante y los dos días anteriores; esto se denominó fase folicular tardía.
La fase lútea se definió como cualquier momento posterior a la fase folicular tardía.
La investigación de Dan Martin et. al (2021) se prolongó durante 4 años. Durante ese periodo (2012-2016), se registraron las lesiones de futbolistas internacionales inglesas en entrenamientos y partidos, junto con la información autoinformada de las características del ciclo menstrual en el momento de la lesión.
Los criterios de exclusión fueron jugadoras premenárquicas (que todavía no han tenido su primera menstruación), uso de anticonceptivos hormonales, datos faltantes del último período menstrual y ciclos menstruales irregulares.
La lesión se definió como un hecho que impide que una jugadora participe en un entrenamiento o partido durante uno o más días después de la lesión (Fuller et al., 2006). Las lesiones sufridas fuera del entrenamiento formal y los partidos se excluyeron del análisis.
De este modo, las lesiones en jugadoras eumenorreicas (menstruación normal) se clasificaron en fase folicular temprana, folicular tardía (ovulatoria) y fase lútea. También se compararon las frecuencias entre las lesiones registradas durante el ciclo típico y las que ocurrieron después de que el ciclo, supuestamente, ya tendría que haber terminado.
– Las tasas de incidencia de lesiones por 1.000 días-persona fueron de 31,9 en la fase folicular, 46,8 en la folicular tardía y 35,4 en la fase lútea.
– Se informó que el 20% de las lesiones ocurrieron cuando las deportistas tenían la menstruación «atrasada».
– En comparación con las fases folicular y lútea, las lesiones de músculos y tendones eran aproximadamente el doble de comunes durante la fase folicular tardía, cuando las concentraciones de estrógeno son más altas8.
– La tasa de lesiones potencialmente mayor en la fase folicular tardía es consistente con algunos estudios que muestran una mayor incidencia de lesiones del LCA durante esta fase9, 10.
Como la propia investigación señala, se necesitan más estudios antes de generar pautas claras sobre las fases del ciclo menstrual y la mitigación del riesgo de lesiones. El estudio puede, sin embargo, servir como base para futuras investigaciones. En cualquier caso, también ha proporcionado evidencia inicial de que el riesgo de lesiones puede ser elevado en mujeres típicamente eumenorreicas en los días posteriores al comienzo esperado de su próxima menstruación. Así, esta investigación evidencia la necesidad de considerar el ciclo menstrual y la disfunción menstrual en poblaciones deportistas.
De hecho, de acuerdo con otras recomendaciones11, 12, se sugiere que las futbolistas controlen la duración del ciclo menstrual utilizando sistemas/aplicaciones de seguimiento, ya que un ciclo “atrasado” se identifica fácilmente y puede presentarse con mayor riesgo para la deportista. Además, la identificación de ciclos prolongados puede facilitar las conversaciones y el entendimiento con el personal de apoyo apropiado (p. ej., personal médico, nutricionista, psicólogo, fisioterapeuta) para promover la salud y el bienestar de la jugadora.
En este sentido, según la Dra. Eva Ferrer, Especialista en salud femenina y deporte en el Barça Innovation Hub, lo importante es conocer el momento del ciclo menstrual: «Si no se conoce en qué momento está cada jugadora, de poco sirve tenerlo sobre el papel para prevenir lesiones. Desde el FC Barcelona se trabaja en conocer de forma correcta y científica en qué momento del ciclo menstrual pueden estar las jugadoras para poder incidir para minimizar estos factores de riesgo hormonal”.
Fuentes:
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Ciencias del Deporte - Salud y Bienestar
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